sábado, 29 de diciembre de 2012

El Zoológico Porteño, El Oso Winner y La Transparencia según la lucidez de Rodríguez Larreta

La muerte de Winner.
En una fecha tan simbólica como la que alude a la Natividad (misticismos al margen), amanecimos con la contradictoria noticia de la "muerte" de Winner, el oso polar del zoológico porteño. Las versiones oficiales daban cuenta de las causas de la muerte: 1) Las altas temperaturas; 2) La pirotecnia y 3) El carácter "nervioso" de Winner. Como se ve, para el Zoo todas las causas de la muerte son exógenas, no tienen nada que ver con el Zoológico; como decía Tato Bores, lo bueno de este país es que siempre sabemos quién es el culpable de todo: EL OTRO, EL AFUERA...
Imaginemos un hospital y un médico de guardia dando como explicación de una muerte de un niño, el calor, la pirotecnia  y la característica hiperactiva del paciente; cuanto menos, esas excusas suenan como un insulto a la inteligencia.


El Zoo.
Somos pocos y nos conocemos mucho, así que no vamos a profundizar ahora en obviedades tales como la responsabilidad del "concesionario" del zoo; ellos en su página oficial informan del oso polar que la UICN lo considera en su Libro Rojo como una especie de bajo riego pero con un futuro crítico inmediato. CITES lo incluye en su Apéndice II (en manos del zoo cualquier especie tiene un futuro crítico inmediato); también informan que habitan la tundra costera del Círculo Polar ártico de Alaska, Groenlandia, Canadá y la ex URSS (Palermo, un gran lugar para el oso); son carnívoros: consumen focas, pequeñas morsas y peces, a veces suelen cazar delfines, bacalao y renos (ya quisiéramos todos ver el video de la necropsia y ver de qué estaba alimentado Winner, no?). fuente: http://www.zoobuenosaires.com.ar.



La Lucidez y Rodríguez Larreta.
Igualmente, resulta ahora de interés detenernos en las responsabilidades políticas, y en las declaraciones que inmediatamente después de conocida la noticia de la muerte de Winner, buscaban despegar al gobierno porteño de toda responsabilidad. Es así que, como ocurre habitualmente en esta ciudad, Horacio Rodriguez Larreta (jefe de gabinete) hizo gala de su brillantez señalando: "Este año se realizó una subasta pública en el Banco Ciudad, en un proceso transparente. Y entre las pautas de la licitación, pedimos una inversión determinada para mejorar los lugares de los animales" (http://www.seccionpolitica.com.ar/rodriguez-larreta-prometio-mejoras-en-el-zoologico-aid17552.html). 
Varias alternativas asaltan nuestra curiosidad, o Rodríguez Larreta nos está viendo la cara de estúpidos, o no tiene la menor idea de lo que es la transparencia. En primer lugar tenemos que señalar que no se trató de una licitación sino de un remate al mejor postor, es decir, se trató de una cuestión exclusivamente de precio, del valor del canon; no obstante, sí existía un pliego que debía adquirirse para participar del remate, ese pliego consta de cerca de de 700 páginas, de las cuales menos de 7 se refieren a los animales, y de esas siete una buena proporción atiende cuestiones que podríamos llamar de "Stock" (no olvidemos que para esta gente los animales son mercancía de entretenimiento). A su turno, la subasta tampoco fue del todo pública, legisladores locales y público en general fueron impedidos de ingresar al recinto bajo la excusa de encontrarse colmado; no obstante como lo muestran los vídeos de varios activistas, el salón de remates estaba cubierto en un 10% de su capacidad aproximadamente.
Pero volviendo a lo dicho, somos pocos y nos conocemos mucho, no nos detengamos en el remate porque ha llegado el momento de destacar cómo fue el camino hacia ese remate, y cómo pudo ocurrir que una concesión vencida en enero del 2011 recién tuviera nuevo adjudicatario (el mismo) en Octubre de 2012.


EL CAPITAL NO TIENE BANDERA.
Crónica de un negocio anunciado. El remate del Zoológico.
El viernes 19 de octubre de 2012, el gobierno porteño concretó su objetivo de mantener  el zoológico como una cuestión empresarial ligada a la explotación privada, como dijimos antes, se valió de un procedimiento mal llamado “subasta pública”.
Así, el titular del ejecutivo porteño puso una muestra más de lo que para él significa la administración estatal, un campo fértil  para los negocios y las oportunidades privadas.
Ya señalamos que el procedimiento no fue ni subasta ni pública, pues se simuló un remate para encubrir un irregular proceso licitatorio normado por decreto, obviamente, sin intervención de la legislatura; los oferentes estaban predeterminados (los pliegos se habían vendido hacía bastante tiempo ya), el remate careció de publicidad y transparencia pues se impidió el ingreso de particulares y funcionarios. 
Estas cuestiones pueden quedar como simples planteos de desacuerdos o diferencias políticas e ideológicas de nuestra parte, salvo que puedan apoyarse en leyes, hechos y pruebas y hacía allí pretendemos ir.
Como sabemos, dentro de la ola neoliberal privatizadora de los años noventa, en la que se verificó un notorio retiro del estado a la luz del dogma: “nada de lo que deba ser público permanecerá en manos del estado”, el Jardín Zoológico de la ciudad pasó a manos privadas.
Es así que en el año 1991, cuando la ciudad de Buenos Aires no era autónoma y el intendente (en aquél momento Carlos Grosso) era designado por Presidente de la Nación (en aquél momento, Carlos Saúl Menem), el Jardín Zoológico de la ciudad pasó a manos privadas por el término de 20 años. Cabe señalar aquí, para algún desprevenido, que el zoológico es un espacio público de la ciudad, un bien del dominio del estado local.

Ahora bien, con esto ya tenemos la primer conclusión preliminar, el pueblo de la ciudad de Buenos Aires sabía desde el año 1991, que el 31/1/2011 vencía la concesión de ese espacio, a su vez, el titular del ejecutivo ejerce la primera magistratura porteña desde el año 2007, la falta de tiempo jamás podrá ser un excusa, el desinterés en lo público probablemente pueda ser una explicación.
La cuestión es que en estos últimos 20 años la ciudad siguió funcionando, cambió su status jurídico adquiriendo autonomía y, en lo que a nuestro tema compete, legisló, sabemos que a algunos les molesta la existencia de ese molesto poder legislativo, pero son las reglas que estaban puestas cuando Mauricio Macri compró "El Estanciero", versión política, el paquete venía completo, incluso con legislatura.

Entonces, de este juego resulta que:
a)                 En el año 1993 se publicó la ordenanza 46229/92 que disponía que: A partir de la promulgación de la presente no se podrá otorgar concesión, cesión transferencia de dominio, tenencia precaria permiso de uso ni cambio de destino de todo espacio destinado a parque, plazas, plazoletas y de todo otro espacio verde de uso público, se encuentre parquizado, jardinizado o no, perteneciente al dominio público municipal (art. 1). En igual inteligencia disponía que Las concesiones y permisos de uso vigente se mantendrán hasta que opere su vencimiento a partir del cual no podrán ser renovados (art. 2). A su turno incluía excepciones entre las que no se encontraba el jardín zoológico.
b)                 Las ordenanzas 46660 y las leyes 1211; 3308 y 3730 modificaron esta ordenanza pero sin modificaciones sustanciales en lo que hace a nuestro tema. No obstante, las últimas dos leyes incorporaron excepciones a la prohibición conceder o ceder espacio público parquizado, jardinizado o no, la primera de las leyes se dictó para continuar con la concesión del Jardín Japonés y la segunda para renovar la concesión del Parque Jorge Newbery (Club de Amigos), en este último caso el gobierno porteño fue particularmente previsor y aseguró el negocio de la concesión con la debida antelación e intervención legislativa.
c)                  En ningún momento se dictó norma alguna que estableciera una excepción para el Zoológico, con lo cual a ese predio le cabe la regla general de la ordenanza 46229/92 (y sus modificatorias).
d)                 No hace falta mucha brillantez intelectual para advertir que el caso del Zoológico es equiparable o asimilable a la situación del Parque Jorge Newbery, ergo, necesitaba de una excepción legislativa.
e)                  Como si esto fuera poco, la Constitución de la Ciudad establece como funciones de la LEGISLATURA:
ARTICULO 82.- Con la mayoría de los dos tercios del total de sus miembros: … 5. Aprueba toda concesión, permiso de uso o constitución de cualquier derecho sobre inmuebles del dominio público de la Ciudad, por más de cinco años…
ARTICULO 89.- Tienen el procedimiento de doble lectura las siguientes materias y sus modificaciones: … 5. Toda concesión, permiso de uso o constitución de cualquier derecho sobre el dominio público de la Ciudad.
El procedimiento de doble lectura significa que, aprobado el proyecto por la legislatura, con las mayorías requeridas, debe procederse a la convocatoria de audiencias públicas para recoger inquietudes, reclamos y observaciones de los interesados y luego volver al cuerpo legislativo para resolver sobre esas cuestiones.

Hasta aquí tenemos el cuadro normativo en base al cual el Ejecutivo porteño podría haber llevado adelante la nueva concesión del Zoológico y saciar su sed de sangre privatizadora.

Pero…
¿Qué hizo el Freddie Mercury criollo?

Desde que Mauricio Macri asumió su primer período al frente del ejecutivo local, en diciembre de 2007, sabía que en enero de 2011 vencía la concesión del zoológico. Pero...., en buen romance, no hizo nada, con lo cual, si no somos mal pensados (y no lo somos para nada), como mínimo podemos decir que el vencimiento de la concesión lo sorprendió y no tuvo mejor idea que firmar un Acta Acuerdo el 9/2/2011 (ya con la concesión vencida), la que fue ratificada por decreto 624/2011, en dichas piezas se prorrogaba hasta el 31/7/2011, “de facto y contra legem”, la concesión vencida. Prórroga que fue nuevamente extendida y que conservó su vigencia hasta el remate del 19/10/2012 en el que resultó adjudicatario el mismo concesionario que venía explotando el predio y que desde el vencimiento de la concesión era una especie de “ocupa” del predio, apoyado en el precario respaldo jurídico que le suministraban los decretos del ejecutivo.
Ahora bien, frente a este cuadro, como era de esperar, el Ing. Mauricio Macri y su brillante equipo, tuvieron la idea de mantener la política privatizadora a la que suscriben, es así que pensaron en armar una nueva concesión por 20 años. Tras no pocos esfuerzos intelectuales, advirtieron que para ello debían pasar por la legislatura, lograr el número requerido y atravesar el procedimiento de doble lectura (audiencia pública).
De todos modos por lo dicho anteriormente, la materia comprometida ya imponía la ineludible intervención de la legislatura.
No obstante, y seguramente producto del ingenio de  alguno de los brillantes asesores del Jefe de Gobierno, se resolvió “puentear” a la legislatura, usando una apariencia de legalidad suministrada, falsamente, por el Artículo 104 inc. 23 de la Constitución de la Ciudad, que dispone:
Atribuciones y facultades del Jefe de Gobierno:
Ejecuta las obras y presta servicios públicos por gestión propia o a través de concesiones. Toda concesión o permiso por un plazo mayor de cinco años debe tener el acuerdo de la Legislatura. Formula planes, programas y proyectos y los ejecuta conforme a los lineamientos del Plan Urbano Ambiental.
No hace falta mucha brillantez para descubrir que esta cláusula constitucional se refiere a concesiones de obras y servicios públicos, de ninguna manera puede interpretarse como una venia para que ejecutivo entregue espacios verdes o, simplemente inmuebles de la ciudad.
Amparado en esta norma, el titular del ejecutivo, dicta el decreto 210/2012 por el cual aprueba un pliego para la subasta de la concesión por cinco años para el uso y goce del zoológico.
La subasta tuvo varias fechas tentativas, suspensiones y reprogramaciones hasta que, finalmente, se concretó el 19/10/2012.

No cierran las cuentas del tiempo.
Sin entrar en demasiados detalles, obviando el inexcusable y craso error de interpretación en el que cae el gobierno porteño al presumir que el jefe de gobierno cuenta con estas facultades, si la nueva concesión es por cinco años: ¿Cómo juegan los casi dos años (enero 2011 – Octubre 2012) en los que el ejecutivo ya intervino de hecho en la concesión del Zoológico?, es decir, si desde enero del 2011 la concesión precaria estuvo otorgada por el ejecutivo, está claro que solo puede concesionar el período que reste cumplir hasta enero de 2016, ahí se vencerían los cinco años por los cuales el jefe de gobierno, según su “peculiar” interpretación, podría otorgar la concesión.

Mientras tanto, la justicia…
Quien sabe sacar prontas conclusiones, habrá advertido el cúmulo de irregularidades hasta aquí descriptas, irregularidades que fueron advertidas por legisladores y por particulares motivando distintas presentaciones judiciales.
Entre otras razones políticas, estas presentaciones fueron las que motivaron en más de un caso la postergación del remate. En estos casos, la resolución de primera instancia, dictada por la Juez Elena Liberatori hizo lugar a los planteos postergando el remate, en particular nos referimos al amparo presentado por el diputado Camps (PSA), al que luego adhiriera la diputada Lubertino (FPV).
Sin perjuicio de ello, en otra reminiscencia noventista (recordar la menemista mayoría automática de la Corte Suprema), la Sala I de la Cámara de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo y Tributario de la Ciudad rechazó los amparos, argumentando razones de legitimación procesal de los legisladores y sosteniendo que el Jardín Zoológico no cumple la característica de espacio verde o parque a que refieren las ordenanzas antes indicadas, sino que es “un inmueble con destino especial”; como dato anecdótico el Poder Ejecutivo, al contestar la demanda, dijo que Zoológico no es ni un parque, ni una plaza, ni un espacio verde, pues se trataría de un espacio creado artificialmente; la historia de ese predio y de todo el parque 3 de Febrero contradice tal afirmación.

La política tienen razones que la razón ciudadana no entiende.
Como punto final de estas líneas, solo cabe señalar que la cuestión del zoológico de Buenos Aires no comenzó ayer, es un conflicto suscitado desde el momento mismo del vencimiento de la concesión, por eso resulta difícil de entender, que por esos códigos de la política, ningún legislador opositor u oficialista, haya puesto las cosas blanco sobre negro y concluido en algún proyecto legislativo que, cuanto menos, obligara a la ciudad a hacerse cargo de sus obligaciones, reasumir el control de ese espacio público y debatir sobre el sentido que un zoológico victoriano puede tener en este siglo XXI.
Tampoco se entiende que ello no haya ocurrido durante todo el tiempo que duró la judicialización de este conflicto, parece que una vez más, de ambas partes del mostrador político se terminó haciendo “fulbito para la tribuna”, una vez más una víctima inocente pagó los platos rotos de este juego de mezquindades; a Winner le debemos, como mínimo, no callarnos.

Mientras exista un circo con animales, un zoológico, un criadero, 
un hipódromo, un matadero o cualquier recinto
 de explotación de animales,
no podremos hablar seriamente de libertad.

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